Revista ADIR - La herencia de una mirada. Año I N°1 - Laborde Editor, Rosario (2007)

Revista ADIR La herencia de una mirada - Año 1 - N° 1 - Ed. Laborde. Rosario (2007)

 

A d i r

 

    Es una palabra que se percibe como una sigla y como tal, presupondría un referente flamante. Sin embargo es un término que tiene una larga trayectoria en la lengua, puesto que su origen es latino: adire. Adir es “aceptar la herencia tácita o expresamente” (R.A.E.). Desde luego, no es un verbo de uso corriente ni forma parte de nuestra cotidianeidad. Casi -podríamos arriesgar- tiene su espacio de circulación exclusivo en los crucigramas (eficaz entretenimiento que revitaliza quijotescamente expresiones que van perdiendo su vigencia).

    Adir no es una palabra como todas. Ya desde su morfología se muestra particular. Es un verbo defectivo, sólo presenta su forma de infinitivo, no se lo puede conjugar, no se lo puede personalizar a pesar de que un legado, por lo general, es recibido y aceptado por algún sujeto con voluntad. Pero es posible, según su definición, es posible adir expresa o tácitamente, lo que significa que, tanto hablando como callando, se está consumando indistintamente la acción que indica el verbo.

    Adir supone sujetos que no tienen que ser necesariamente activos, individuos pasibles de ser afectados por los alcances de una herencia que los beneficie o los someta, los ennoblezca o los perjudique, que les sirva o a la que sirvan.

    Nosotros, desde el Centro de Estudios Españoles, estamos en actitud de adir, pero asumiendo el rol de herederos demandantes, críticos, selectivos. Pretendemos adir lo que nos legaron reservándonos el derecho de optar, de decidir, de -por sobre todo- hablar. Esperamos que casi todo quede expreso, que todo sea dicho, que el silencio sea, solamente, el espacio entre dos discursos.